Hermanas Dominicas Misioneras Parroquiales del Santísimo Sacramento
Nuestros Fundadores
MADRE IMELDA ZAPATA
Nació en Luján de Cuyo, Mendoza, República Argentina el 21 de octubre del año 1888, hija del matrimonio conformado por Vicente Domingo Zapata y Rosalía Atencio Sevilla de Zapata. Fue bautizada con el nombre de Ursulina del Rosario.
Creció en el seno de una familia piadosa y comprometida, donde recibió la enseñanza y el ejemplo de la vida cristiana y con apenas 16 años ya supo responder a la llamada de Dios, al manifestar su deseo de ser religiosa.
En el año 1905, con paso firme y mucho entusiasmo inició su camino de consagrada en el noviciado de las Hermanas Dominicas del Santo Rosario, Congregación fundada por la Madre Rosaura Puebla, también mendocina. Al iniciar su vida religiosa, como era costumbre en la época, recibió el nombre de Imelda del Santísimo Sacramento.
Avanzó en su formación religiosa, destacándose en las virtudes, en su madurez humana y espiritual y en la entrega incondicional a Jesús.
El 25 de diciembre de 1909, pronunció los votos perpetuos, sellando su alianza definitiva con Dios en la vida religiosa.
Desempeñó servicios delicados, como el de secretaria privada de a Madre Rosaura, luego secretaria general de la Congregación, Maestra de Novicias, consejera General, Priora Local y con 34 años de edad, en un Capítulo electivo, sus hermanas la eligieron como Superiora General, siendo la primera que reemplazó a la fundadora en ese cargo y lo ejerció por dos períodos consecutivos (12 años).
En el año 1930, por motivos de salud viajó al Paraguay, ya que, por recomendación médica, el clima sería favorable para su recuperación. En esa ocasión conoció a Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, Arzobispo de Paraguay, quien le manifestó un sueño que tenía desde hacía mucho tiempo y con una pregunta, dejó sembrada la semilla de un proyecto divino en el corazón de la Madre Imelda, diciéndole: ¿por qué no se queda y funda una congregación, acá, para que entren mis paraguayas? ¡Hace tanta falta!
Después de 10 años de ese primer encuentro con Monseñor Bogarín, la Madre Imelda regresó al Paraguay, para reponerse de su delicada salud nuevamente y el mismo Obispo le reiteró el pedido de colaborar en una fundación, propuesta que ella tenía muy metida en el corazón y que en todo ese tiempo lo venía rezando.
Al año siguiente, en 1941, después de realizar todas las diligencias necesarias con las autoridades eclesiásticas de Buenos Aires y las de su Congregación de origen, la Madre Imelda Zapata, junto con otras dos religiosas de su misma Congregación y una joven que luego sería la primera novicia de la nueva familia religiosa, llegaron al Paraguay y en la ciudad de Luque iniciaron la nueva Congregación de Dominicas Misioneras Parroquiales del Santísimo Sacramento, a pedido y con la bendición de Monseñor Juan Sinforiano Bogarín.
En 1947, a seis años de la fundación, el Arzobispo la nombró Superiora General de la Congregación, cargo que desempeñó hasta el año 1958. Después de haber dejado el cargo de gobierno general, siguió acompañando como Madre espiritual a las religiosas.
El 22 de marzo del año 1974, con 86 años de edad después de haberse entregado plenamente al servicio de Dios y de su pueblo, descansó para la Vida eterna. Sus restos fueron velados en la Capilla de la Comunidad por ella fundada y luego fue enterrada en el Cementerio de Luque. Después de 4 años, sus restos fueron trasladados al cementerio de la Congregación, ubicado en el predio del Hogar Carlota Palmerola de Campo Grande, Luque.
MONSEÑOR JUAN SINFORIANO BOGARIN
Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, primer Arzobispo de Asunción del Paraguay, nació en Mbuyapey el 21 de agosto de 1863, hijo legítimo de Don Juan José Bogarín y Doña Mónica de la Cruz González. Su primera infancia transcurrió en los días de la gran Epopeya. Su padre murió en Humaitá y su madre, también en plena guerra, víctima del cólera. Juan Sinforiano fue agricultor en los años de su adolescencia. Cuando el seminario reabrió sus puertas, después de su larga clausura, fue de los primeros en ingresar a la Institución bajo la dirección del sabio Padre Montagne. Recibió las Ordenes Sagradas del sacerdocio el 24 de febrero de 1886. Cura Párroco de la Catedral y secretario del Obispo Aponte, a la muerte de éste en 1895 fue propuesto, en terna, a la Santa Sede para la jefatura de la Iglesia paraguaya. León XIII confirmó su designación y el 3 de febrero de 1895, día de San Blas, patrono del Paraguay, recibió la mitra por manos de Mons. Lasagna, otro insigne varón apostólico, fundador de la obra salesiana en nuestro país.
Es extraordinaria la labor realizada por Mons. Bogarín en su largo episcopado. Tres veces recorrió la República del Paraguay hasta sus últimos rincones. Era uno de los más grandes oradores en español y guaraní que produjo la tierra paraguaya. Su acción evangelizadora no tuvo treguas. Con pasta de caudillo y alma de misionero, procuró unir a la grey paraguaya en el mismo fervor espiritual y la misma devoción cristiana.
Luchó incansablemente contra los extravíos del materialismo y las pasiones. En las grandes ocasiones su voz se levantó para alentar a la ciudadanía, en defensa de sus derechos y en protesta contra los atropellos a la dignidad humana. Cuando se agravó el conflicto con Bolivia su palabra adquirió vibrante entonación marcial y llevó estímulos a nuestros bravos combatientes. Buscó por todos los modos la paz de las familias paraguayas.
Incansablemente procuró apaciguar los odios y establecer lazos y unión entre los sectores divididos. Luchó por el mejoramiento de las costumbres, combatió las lacras sociales: estuvo presente, él primero en todas las empresas de dignificación nacional.
Exhortaba constantemente a sus sacerdotes a que lleven una vida de oración y de sacrificio en el servicio de la comunidad, y les asistía de cerca para conservarles en su fervor apostólico.
Promovió las primeras asociaciones y movimientos de apostolado laico que
sugirieron en el Paraguay: la Liga de Damas Católicas, la Juventud Católica, el Centro Estudiantil y la Federación de la Juventud Católica.
Posteriormente, en 1932, fue fundada a Acción Católica del Paraguay, que desde 1941 tuvo un gran impulso gracias al Padre Ramón Bogarín, su director general,
en quien más tarde fue Obispo de San Juan Bautista de las Misiones.
En 1937 presidió las celebraciones del Primer Congreso Eucarístico Nacional, el cual fue expresión viva de una fuerza popular y organización de una Iglesia que había sido reconstruida desde sus cimientos. Monseñor Bogarín es imagen viva del Buen Pastor. Se le llamó Ángel de la Paz, Apóstol Misionero, Lucero del Paraguay, reconstructor moral de la nación, fomentador de la agricultura.
Anduvo 48.425kmts. En sus giras pastorales; 10.928 matrimonios; impartió
553.067 confirmaciones; pronunció 4.055 conferencias doctrinales y escribió 66 cartas pastorales.
Gestionó y consiguió la venida de varias Congregaciones religiosas que trabajan en nuestro país.
Ya después de la creación de la Provincia Eclesiástica del Paraguay, movió siempre por su gran celo apostólico, se dedicó de lleno a una misión catequética general, ante la escasez de sacerdotes en la Arquidiócesis, que trae aparejada la precariedad de ciertos servicios parroquiales, tales como la asidua enseñanza del catecismo, el decoro de la casa de Dios, el esplendor del culto externo, etc. tuvo la feliz idea de fundar una Congregación religiosa, integrada por jóvenes paraguayas, dedicada a este ministerio en la Iglesia.
Para la concretización de tan noble ideal, parecía obra de la Providencia que se haya ofrecido la oportunidad de entablar contacto con Sor María Imelda Zapata, miembro de la Congregación de Hermanas Dominicas Argentina del Santísimo Rosario, la cual religiosa, tocada por la vocación divina de cooperar con Monseñor Bogarín.Estudioso y apasionado de nuestra historia, al margen de su actividad Obispal, como un ¨hobby¨ y un sedante para sus fatigas, se dedicó a coleccionar reliquias del pasado.
Por ley de 1929, la sede de Asunción se convierto en Arzobispado. El 15 de agosto de 1930 recibió el palio Arzobispal en solemne ceremonia presidida por los másaltos dignatarios del Estado. En 1945 la comuna entera celebró su jubileo. Medio siglo de consagración a la causa de Dios y de la Patria. En su testamento dejó escrito: ¨Nací pobre, viví pobre y moriré pobre¨. Del Diario La Tribuna-25 de febrero de 1949.